lunes, 2 de marzo de 2015

Austria I: Repertorio solista para la Viola 1750-1830

El hermano menor de Franz Joseph Haydn, Michael (1737-1806), inauguró un periodo brillante para la Viola en Austria. Formado como su hermano en la catedral de St. Etienne de Viena, comienza a componer a partir de 1760 prestando sus servicios al obispo Adam Patachich en Grosswardein, (actualmente en Oradéa, Rumanía), empleo que dejará a partir de 1763 para tomar funciones de violinista y compositor de la corte del Príncipe archiduque de Salzburgo. En 1761 compone el primer Doble Concerto para órgano o clavecín, viola y orquesta; una obra totalmente genuina e innovadora en cuanto a su forma y orquestación, cuya parte de Viola es netamente más discreta en comparación a la del Clave. Muy notablemente sirvió de referencia a compositores contemporáneos que también abarcaron esta forma musical a partir de esa idea compositiva primigenia.
Uno de ellos fue Carl Maria von Dittersdorf (1739-1799), que compone en 1766 su Sinfonía Concertante para contrabajo, viola y orquesta, dedicada al contrabajista Friedrich Pichelberger, y donde la parte de viola continúa teniendo ese rol secundario junto a la parte de la primera voz, en este caso del contrabajo. Según el catálogo Breitkopf de 1776, realizó también 3 conciertos para viola y orquesta, pero desgraciadamente el único que se conserva en la actualidad es el concierto en Fa mayor. Trabajó al servicio del Príncipe Archiduque de Breslau durante 28 años y tuvo una gran relación de amistad con Haydn y Mozart  

LA SINFONÍA CONCERTANTE DE W.A. MOZART

Junto al clave y el clarinete, la viola es uno de los instrumentos preferidos de Mozart (1756-1791). Explotó todas sus facetas expresivas en todos sus dominios solista, camerístico y orquestal, con tal audacia y sabiduría como ningún otro hasta entonces. Compuso su Sinfonía concertante en Mi bemol mayor para violín, viola y orquesta k.364 en 1779, tras comprender las tendencias musicales de moda tras su viaje a París en 1778 para montar la interpretación de su Sinfonía concertante para instrumentos de viento k.297, escrita para le Concert Spirituel.

Posiblemente fue una obra que destinó al violinista Ignaz Fränzl y la Orquesta de Manheim. La obra es de amplias proporciones, y se sitúa, por el autor y su inspiración, lejos del diálogo amable y sistemático del género musical elegido. Son muchos los estudios, análisis y reflexiones publicadas al respecto, sobre su expresión dolorosa, sobre el rol de sus fermatas y silencios, (particularmente en el segundo movimiento lento), sobre la frecuente utilización del principio de eco, sobre el equilibrio y la maestría del texto musical entre los instrumentos...en definitiva, Mozart dota particularmente a esta obra de una dimensión trágica en contraposición a la galantería utilizada anteriormente por Dittersdorf o Haydn en este género.
Desde un estricto punto de vista instrumental, pienso que el compositor no buscó mostrar una diferencia entre el violín y la viola, sino al contrario, fue más allá, buscó una total igualdad en el tratamiento de las dos voces solistas, a quienes son confiadas las mismas exigencias técnicas. Para ello, y según la costumbre de la época, Mozart no dudó en escribir la parte de viola en la tonalidad de Re mayor, para que su parte suene más claramente, exigencia que hace que el violísta afine su instrumento medio tono más alto. Este deseo de coherencia y simetría entre las dos partes solistas se encuentra en la orquestación, donde en algunas ocasiones también dobla las voces de la sección de violas para equilibrar e igualar las de violines I y II. (3er. movimiento).

Unos meses después de realizar esta obra, Mozart compuso 134 compases de una Sinfonía concertante para violín, viola y violoncello y orquesta en La mayor K. Anh 104 (320) que quedó inacabada. Con una scordatura de la viola solista de un tono (parte de viola solista escrita en Sol mayor). Existe igualmente una transcripción anónima para viola del Concierto para clarinete y orquesta K.622, publicada en 1802 en Offenbach-sur-le-Main, en la casa del editor André. El arreglo es ingenioso y de una gran complejidad técnica, pero se desconoce el autor, (el nombre de Beethoven ha sido sugerido por algunos estudios recientes).

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