jueves, 12 de febrero de 2015

II. Sonidos que Curan: Conecta tus Frecuencias

Aunque muchos de vosotros ya sabéis cómo se producen los armónicos y tenéis la experiencia de haberlos utilizado en algunas de vuestras obras y estudios específicos para Viola, es necesaria a su vez, una aproximación específica a ciertos aspectos acústicos para poder llevar a cabo el ejercicio que os propondré en la siguiente entrega de Sonidos que Curan.

Observa atentamente el vídeo:



Es un experimento acústico moderno basado en los estudios originales de Ernest Chladni (1756-1824), quien descubrió un sistema muy práctico para ver como vibran las tapas de las cajas acústicas de resonancia de los instrumentos, sus diferentes modos de vibración y sus frecuencias. Con arena fina y un arco como excitador consiguió dibujar las líneas nodales que se formaban en las placas. La arena se quedaba quieta en las líneas de vibración nula y saltaba en las zonas en las que existía vibración.

FRECUENCIA Y VIVENCIA DE LOS SONIDOS

Antes de continuar mi exposición, es necesario que realice una pequeña aclaración entre sonido y ruido. Bajo el punto de vista vivencial, un sonido es una señal acústica con una altura de tono definida y siempre podremos representarlo en un pentagrama. Al contrario sucede con el ruido, que no podemos definirlo en una escala musical porque es una señal acústica que no tiene altura de tono definida. Ahora bien, entre un ruido puro y un sonido puro, tenemos señales intermedias que serán el lenguaje con el que se construye la música.
Lo que entendemos por altura de tono  de una nota musical es un concepto vivencial, y la asociamos a la frecuencia, que es un concepto físico. Los estudiosos del tema (Pitágoras, Zarlino, Mersenne, Fourier, y un largo e inmenso etc.), vieron en su día como los sonidos y señales acústicas se producen cuando un sistema elástico vibra de forma periódica. La masa, la rigidez del sistema, las dimensiones geométricas, etc. hacen que el número de vibraciones por segundo que se generan sea mayor o menor. Se vio, en su día, como la altura de tono estaba relacionada con este número de oscilaciones por segundo del sistema. La frecuencia es, de hecho, el número de oscilaciones o ciclos por unidad de tiempo –en nuestro caso un segundo- que realiza un sistema: a mayor frecuencia mayor altura de tono (agudo) y a menor frecuencia menor altura de tono (grave). Los sistemas que son capaces de vibrar con un número alto de oscilaciones por segundo (mucha rigidez o tensión, poca masa o longitud) nos dan sonidos agudos, una altura de tono alta.  Un tono grave  lo dará un sistema que se mueve a frecuencias bajas (poca rigidez o tensión, longitud o masa grande).  La unidad de medida de la frecuencia es el Hertz o Hercio (Hz.), que será el numero de oscilaciones o ciclos por segundo que da el sistema (cuerda, tubo, etc.).

La relación entre el concepto físico y el vivencial (-o musical, como prefiráis llamarlo-) no ha sido ni es siempre la misma. Por ejemplo, en la época barroca se consideró una afinación de 415 Hz para el LA4 , más adelante se estableció en 435 Hz y hoy en día existe un diapasón definido aunque no siempre se sigue este criterio: Frecuencia=440Hz / Vivencia=LA4. Otro más, algunas orquestas modernas afinan un poco por encima de esta cifra, (dotando de más brillantez en el concepto sonoro sus interpretaciones, aunque para mi gusto, cuando interpretan repertorio específico de los siglos XVIII y en algunos casos del XI, pierden por el camino la textura, reposo y calidez de las frecuencias sonoras implícitas a la armonía de las composiciones); incluso se llega a veces hasta 450 Hz. No olvidemos también que existen documentos y legajos en la Bibliothéque National de France que señalan que a finales del XVIII y durante el XIX también había orquestas que variaban esa frecuencia, hasta llegaron a utilizar la cifra de 467Hz en el LA4 de forma excepcional para un repertorio y orquestación específica.

Para el juego que propondré en el próximo artículo, me basaré en los estudios y conceptos acústicos apoyados y sustentados científica y matemáticamente en la nota LA4 afinada a 440Hz. Tal y como la ajustamos en clase antes de ponernos a tocar.



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