Descifrar los orígenes de nuestro instrumento no es una tarea fácil. La aplicación musical de las cuerdas vibrantes fue utilizada por muchos pueblos y civilizaciones primitivas, (Arpa en Egipto, 3000 a.C. También encontramos referencias de estos instrumentos en la Biblia). La aparición y uso del arco proviene de referencia de escritores y pintores del Imperio Bizantino entre los siglos IX y XI, cuyo uso se extenderá en Europa tras las conquistas del Imperio Islámico.
Así, en la Edad
Media se configuran cuatro categorías principales de instrumentos de
cuerda: el rabel, la viela medieval y renacentista, la lira da braccio y la
viola. De estos cuatro instrumentos, los tres primeros se consideran
antecesores del violín o la viola moderna, debido a la postura en la que son
tocados y sus tamaños. Por otro lado, es la viola el origen de nuevos conceptos
y formas musicales más avanzadas y complejas: la idea de un Consort o conjunto
de instrumentos se convierte en una práctica habitual. Esta idea y hecho
musical es rápidamente aplicado al violín tras su aparición, probablemente en
los inicios del s.XVI.
Gaudenzo Ferrari, Concierto de los Ángeles. Fresco pintado en 1535 en la capilla de Santa Maria dei Miracoli, Saronno. Se muestran varios Violines y Violas de diferentes tamaños (da braccio y da gamba), e incluso un Violoncello de tres cuerdas. Sin duda este es uno de los primeros testimonios pictóricos donde se refleja a la familia de instrumentos de cuerda frotada y a las nuevas prácticas musicales de conjunto.
Así
pues, estas nuevas prácticas, junto a la evolución de varias familias de
instrumentos como el rabel de tres cuerdas, la lira de siete cuerdas y el
violín de cuatro cuerdas, facilitan la aparición de la viola de brazo como voz
intermedia y el violonchelo como instrumento que realiza la función de bajo.
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